domingo, 23 de febrero de 2014

Símbolos del Camino de Santiago: la Vieira (y II)

Simbolismo de la vieira

Básicamente ya hemos dado al lector suficientes pistas sobre el simbolismo de la vieira en tanto que molusco, ser misterioso y habitante de las profundidades oceánicas que guarda en su interior la 'perla' de la existencia. 

Pasando ahora a lvieira como tal, en tanto que objeto, nos remite a las vías, los caminos, las vidas de los seres, tanto por su nombre mismo -vieira- como por las profundas estrías que surcan su superficie y que convergen todas hacia un mismo punto. Como  ya apuntamos la vieira muestra y a la vez contiene el punto donde confluyen todos los caminos, que es como decir todas las vidas particulares de los seres. Ese punto donde todos los caminos coinciden no es otro, en el simbolismo del Camino, que la tumba del Apóstol en Compostela, lugar en que convergen todos los peregrinos provenientes de los más diversos lugares. Metafísicamente este punto en que todos los caminos van a dar es como el punto cero de la manifestación, origen y a la vez fin de todas las existencias, o en expresión cristiana 'el Alfa y el Omega', el origen y el fin. 

Esta analogía con el Alfa y la Omega, tan habituales en el arte románico, nos aporta nuevas pistas sobre su significado. Ya hemos hablado de las 'aguas primordiales' y del signo de Cáncer como símbolos del principio y el fin de la manifestación.  

Ahora bien,  el símbolo gráfico con que se representa la vieira compostelana, si se rota y es colocado en vertical, posee un matiz solar evidente (véase la ilustración).




Este símbolo gráfico, que representa habitualmente la concha de peregrino y que pone el énfasis, como se aprecia, en las estrías de la concha -las vías- puede ser leído en un doble sentido: 
  • como rayos que irradian de ese centro.
  • como caminos que confluyen hacia dicho centro.
En el primer caso, el punto cero del que irradian los rayos, sería el punto de origen de la manifestación y por tanto el 'Alfa'. Si optamos por la segunda interpretación el punto en que se unen todos los rayos o senderos correspondería al punto final de la manifestación, su recapitulación, y por tanto el punto 'Omega'. Debe ser entendido que en cualquiera de los casos este punto cero es 'sin extensión' y 'no-manifestado' de ninguna manera, aunque contiene en sí potencialmente toda la manifestación.

Estamos ante un símbolo universal, de carácter marcadamente solar, que ya se encontraba en el antiguo Egipto bajo la forma del Akhet, el horizonte solar, y que podía ser entendido como un sol naciente o como un sol poniente. Aunque su significado más habitual era este último,  el de sol poniente, guardaba siempre -como tantos símbolos tradicionales- una cierta ambigüedad, la posibilidad de ser lo contrario, lo que por otra parte conlleva la idea de resurrección, renacimiento y nuevo comienzo -ideas todas ellas que ya hemos visto que la tradición cristiana asocia también con la concha de vieira-.




Jeroglífico egipcio del Akhet u 'horizonte' 
que representa al sol poniéndose en el desierto de occidente, 
la 'tierra de los muertos' de los egipcios.



El Akhet esculpido en relieve.



Símbolo del Shen egipcio. 
Este símbolo, cercano al anterior, es interpretado por los egiptólogos 
como una representación del 'ciclo solar' más que del disco solar mismo.
De él proviene al parecer el cartucho que contenía los nombres de los faraones.

Indicaremos de pasada que ambos símbolos podrían relacionarse con las 'puertas solsticiales' como 'límites' del transcurso solar, el Plus Ultra y los 'dos san Juan', 
temas que ya hemos tratado en este blog (véase aquí). 



El signo de Libra.

La idea del sol que se pone en el horizonte pone en relación este símbolo de la vieira con otro símbolo astrológico: el signo de Libra. Y el signo de Libra se parece asombrosamente al Akhet egipcio: 




Ahora bien, el signo de Libra es un signo cardinal que se asocia precisamente con el equinoccio de otoño, es decir con el punto en que el día y la noche tienen igual duración -igual peso- en la mitad descendente del ciclo solar. Recordemos asimismo que el punto opuesto de la trayectoria solar, el equinoccio de primavera, es asociado a la Pascua y la Resurrección. Este carácter equinoccial asociado a la mitad descendente del año nos indica en primer lugar que el signo debe ser leído como un sol poniente y no como un sol naciente. 

Esto es a su vez confirmado por el parecido que guarda el glifo de Libra con la última letra del alfabeto griego, que ya hemos citado antes y que, precisamente, representa en el arte medieval el fin de la manifestación: la Omega. De hecho el signo de Libra se asemeja a una letra omega con otra línea horizontal debajo. Si tomamos la letra omega como un símbolo esquemático de una puesta de sol y vemos que bajo dicho ocaso hay aún otro horizonte más, ¿podríamos estar ante una referencia gráfica a las 'aguas superiores' y las 'aguas inferiores'? 



     
Letra Omega. 
Nótese el parecido de esta letra con los símbolos ya citados 
del Akhet y el Shen egipcios. 



Pero hay más datos que confirman esta idea de que Libra representa una puesta de sol en el horizonte. El signo de Libra en la catedral cristiana medieval corresponde a la puerta occidental de la misma, la que mira a poniente precisamente. Libra se representa a menudo por una balanza, símbolo de equilibrio y la justicia, lo cual es en el cristianismo -como lo era también en la mitología egipcia, curiosamente- un símbolo asociado al Juicio Final. Juicio Final que aparecía frecuentemente en el portal occidental de las catedrales medievales, que mostraba el momento en que Cristo regresaría en Gloria y Majestad a juzgar a vivos y muertos. No cabe duda de que el signo de Libra se asociaba en la cultura medieval a este Juicio último en que sería separado el grano de la paja, unos serían apartados para su salvación y otros para su condenación eterna.  

Obviamente no es la muerte física de lo que se trata aquí, sino de un suceso posterior a ella: el juicio del alma. El sol, que es el Intelecto puro, iluminará con su luz espiritual todas las acciones del alma y estas serán así mostradas a la luz de la Verdad y pesadas en la balanza de la Justicia divina. Entonces se dirimirá qué ha tenido más peso, la luz o la oscuridad -la noche y el día iguales del equinoccio- para esa existencia particular y su camino será uno u otro dependiendo del veredicto.




Detalle del cuadro 'Mujer con balanza', de J. Vermeer. 
Esta obra también es conocida como 'La tasadora de perlas',  si bien la balanza se encuentra vacía, 
en alusión quizá a que lo que va a ser pesado en ella sea el alma de la mujer y no sus bienes. 

Sin negar el carácter moralista que ha sido atribuido al cuadro por parte de la crítica, dado el abundante simbolismo presente así como el carácter alegórico de muchas otras obras del autor, este cuadro podría interpretarse perfectamente como una curiosa e inédita alegoría del signo de Libra, pues se hallan presentes todos los símbolos que venimos citando como asociados al simbolismo de las aguas primordiales y el 'tesoro oculto' en ellas: la balanza, el Juicio Final que presenta la pintura detrás de la mujer y hasta las mismas perlas.  


Debemos hacer una aclaración final que creemos resultará esclarecedora para entender mejor todo lo que llevamos dicho. 

Para la mitología egipcia, una vez muerto el sol -que debe ser entendido en sentido esotérico como la conciencia más pura del ser individual, de la cual el sol físico es su símbolo y como su manifestación visible en el mundo[1]-, éste realizaba su viaje nocturno por el inframundo, su descenso a los infiernos, al oscuro mundo de los muertos [2] para volver a surgir triunfante en un nuevo amanecer. Todo esto no debe ser entendido en modo alguno como una explicación de la realidad natural, como se pretende; de lo que se trata cuando hablamos de mitos sagrados de una tradición es de expresar una enseñanza espiritual y metafísica mediante símbolos fácilmente "captables" por los sentidos e intuitivamente comprensibles para el entendimiento humano. Es al perder esta facultad intuitiva-como es el caso del hombre moderno-, tan cercana a la capacidad simbólica y al don poético, que aparecen las interpretaciones literales de los mitos. No se trata de que el sol muera y resucite en sentido literal sino de que el viaje del sol es una metáfora privilegiada porque se muestra en la naturaleza y es observable para todos los hombres, metáfora que debe fortalecer la fe del hombre en su resurrección tras la muerte. Es de una enseñanza esotérica que se ha de grabar a nivel profundo en el alma del hombre y no de un cuento para explicar la naturaleza ni el universo de lo que aquí se trata. 

Dicho esto, digamos que el camino nocturno del sol hasta su reaparición por el este -vale decir hasta su resurrección- es figurada en la mitología egipcia por el escarabajo, el Jepri, símbolo del renacimiento y la resurrección en el Egipto antiguo como es conocido. El escarabajo -animal necrófago- empuja una bola de excremento que es como el sol en un estado invertido, oculto, una especie de 'sol negro', pues es en todo contrario a su esencia luminosa -simboliza el espíritu en su noche oscura, donde no brilla, careciendo así de su cualidad fundamental-, pero que guarda la potencia de lo que será. He aquí todo el simbolismo de la muerte como puerta necesaria de atravesar para alcanzar la gloriosa resurrección y la nueva vida, simbolismo presente en el cristianismo, la alquimia o el budismo, por citar unos ejemplos bien conocidos. En la alquimia se dice incluso que de la putrefacción del 'cuerpo muerto' saldrá un suave olor a flores. Es decir, las posibilidades inferiores de ese ser particular 'deben ser completamente agotadas', como dijera René Guénon refiriéndose a la 'iniciación efectiva'. Dicho de otro modo, toda iniciación requiere para completarse y hacerse efectiva de un descenso a los infiernos que supone una verdadera muerte -al modo de existencia anterior- del iniciado, que consuma los restos o depósitos psíquicos que constreñían la existencia anterior -los samskaras del hinduismo-, muerte sin la cual no se puede nacer de nuevo[3]. 

Si el escarabajo representa este viaje oculto e infernal del sol -y por tanto de la conciencia suprema, el Atman hindú- debe ser él quien conserve las potencias solares, recogidas y como hibernadas -apagadas- en la bola de estiércol que transporta hasta que dé comienzo un nuevo ciclo de manifestación. Dicho de otro modo, el escarabajo es el guardián del sol -del espíritu- en su viaje por el inframundo, es así un psicopompos cuya misión es proteger y guiar a los muertos -o a los iniciados- hasta el nuevo comienzo, el nuevo nacimiento. 

De este modo nuestra vieira es el equivalente del escarabajo egipcio pues conserva y protege lo esencial, la 'perla'; y la 'perla' misma, el tesoro espiritual que oculta en sí, corresponde a la pelota de estiércol que el escarabajo arrastra. La única diferencia, tan solo aparente, es que debido al contexto en que la civilización egipcia se desarrolló, el abismo en forma de mar que engulle toda existencia y que debe ser atravesado en vista a la resurrección gloriosa y la nueva vida es en la mitología egipcia sustituido por un 'mar de arena' que cumple idéntica función: tragarse el sol y con él toda la manifestación universal reduciéndola al polvo de la indiferenciación. Y así como la concha guarda como un arca en su interior la 'perla', germen espiritual de la nueva manifestación, así el escarabajo protege y guía su bola de estiércol. El paralelismo es evidente. 

Tan solo una aclaración nos parece pertinente, y es que la vieira comporta en sí dos simbolismos que están como separados en el caso del mito egipcio: 
  • el del horizonte final de la manifestación -el horizonte solar, o Akhet egipcio- simbolizado por la forma exterior de la vieira: su repliegue en tanto que molusco y sus vías o radios que van a dar al punto original, inextenso e inmanifestado; 
  • y el del viaje nocturno por el mundo inferior hasta un nuevo venir al mundo -el escarabajo Jepri egipcio, símbolo de la resurrección-, simbolizado por el interior de la vieira y por su función de Arca que guarda y protege la semilla de la manifestación hasta el nuevo ciclo, los nuevos cielos y la nueva tierra.  

Hecha esta aclaración es fácilmente constatable que el paralelo simbólico exacto del escarabajo egipcio en occidente es el cangrejo del signo de Cáncer (cuyo significado ya explicamos con anterioridad): ambos son dos seres de las profundidades, nocturnos y 'acorazados', si uno habita en la profundidad de las aguas, el otro mora en la profundidad de la tierra -ya hemos explicado la analogía que hay entre el océano y el desierto, que cumplen idéntica función mitológica-. Ambos seres presentan en sus mitologías una evidente ambigüedad solar-lunar, el Jepri ha sido asociado tanto a Atón -dios solar- como a Jonsu -dios lunar-, y el cangrejo de Cáncer, ancestralmente asociado a la luna por su carácter nocturno y acuático, resulta presentarse en el calendario astrológico en el solsticio de verano, cuando el sol alcanza su cenit en el cielo, de modo que incluso esta extraña paradoja es coincidente en ambos símbolos, quizá porque el viaje subterráneo y nocturno del sol esté regido por la luna. 



   
 

En las ilustraciones superiores puede verse el escarabajo Jepri portando el astro solar durante el viaje nocturno del sol por el inframundo. En la segunda imagen vemos al escarabajo divino sobre la barca -¿el arca?- con que se atraviesa el mundo inferior según la mitología egipcia. 
La barca tenía una enorme importancia en los ritos funerarios del antiguo Egipto y también curiosamente tiene un papel de primer orden en la leyenda del Apóstol Santiago. 
Bajo la barca se encuentra la serpiente Apep, ser monstruo que habitaba en la Duat 
-inframundo egipcio- y cuya misión era impedir que la barca llegara a su destino. 
Este esquema del escarabajo Jepri portando el sol es repetido innumerables veces en el arte egipcio.

Nótese la similitud que presenta este esquema simbólico con el Arcano XVIII del Tarot en que el cangrejo parece dirigirse a la luna desde el estanque. 


En ambos modelos iconográficos además hallamos los mismos motivos: el astro celeste, el animal artrópodo, las 'aguas inferiores'... Incluso podría hablarse de los animales guardianes, que también aparecen a veces en el arte egipcio -custodiando el Akhet-, pero preferimos dejar ese tema para otra ocasión. 


Dado que en el simbolismo del Camino es el Apóstol Santiago quien figura esta idea del psicopompos que guía al muerto en su viaje por el mundo inferior hasta la resurrección -papel representado por el escarabajo en el mito solar egipcio-, no estaría de más un estudio de la alineación astronómica de la misma catedral de Compostela, en vista a comprobar si alguna vez el sol se pone entre sus campanarios y cuándo sucede esto, pues bien puede que tal cosa ocurriera en una fecha astrológica significativa. De ser así encontraríamos un interesante paralelo con numerosos templos egipcios alineados generalmente hacia el solsticio de invierno, e incluso con numerosos cromlechs megalíticos. 


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Todo lo anterior es evidentemente confirmado cuando nos acercamos al símbolo mismo tal y como se representa en el contexto del Camino de Santiago. 


Como puede apreciarse la vieira compostelana sugiere claramente un sol poniéndose por el horizonte, el sol del Finisterre -que es el fin de la tierra y por tanto simbólicamente el fin de la manifestación formal- introduciéndose en el mar. El mar es aquí el abismo de la manifestación informal como ya dijimos. Abismo que, desde el punto de vista de la existencia particular de los seres, no puede ser visto más que como un infierno en tanto que conlleva la pérdida -la disolución- de su individualidad. 

Esta idea del sol de la existencia poniéndose en el horizonte del océano atlántico como fin de un ciclo está contenido en el escudo gallego mismo, que nos muestra una Sagrada forma -evidente símbolo solar- entrando en un Cáliz -símbolo lunar- [5], dándose además la curiosa anécdota de un cruce simbólico entre Hostia y Cáliz pues el Cáliz es de oro y la Hostia de Plata, lo cual recuerda los casos citados de la bola de estiércol como forma que adopta el sol en su viaje por el inframundo y de la perla misma, que es un símbolo en todo lunar y que quizá podría representar esta hibernación subacuática del sol. De hecho la misma vieira siendo en tanto que concha de un molusco marino, un símbolo a todas luces lunar, posee como hemos dicho una referencia solar evidente en los radios -o rayos- que muestra su concha misma. Podrían ser imágenes que sugirieran ese 'sol inverso', que a veces también se cita en textos alquímicos.  


La entrada de la Sagrada Forma en el recipiente puede ser interpretada como el descenso y la entrada del espíritu en la manifestación, en la que se incluye de manera invisible y oculta y en la cuál pasa a estar como atrapado. El espíritu que es omnipotente acepta ser reducido, limitado, a una 'forma' particular con las limitaciones que ello supone por definición. Este es el gran sacrificio. De alguna manera al tomar una forma particular se renuncia a la omnipotencia. Podemos volver a relacionar lo antedicho con el signo de Cáncer que como dijimos es la pura potencialidad, carente de acto. Al actualizarse ciertas potencias otras pasan a ser meramente virtuales, y no podrán nunca ser actualizadas. Puede que algo de este sentido esté contenido en el símbolo. 

Por tanto, volviendo al escudo, es el sacrificio eterno del Espíritu[4] al dar lugar a la manifestación, dentro de la cual queda como oculto y atrapado, lo que vemos aquí. Hay que hacer notar que por alguna razón cuando se cita en las mitologías este sacrificio voluntario del espíritu para formar parte de la manifestación -sin el cuál ésta última simplemente no existiría, debemos recordarlo- el espíritu toma por alguna razón un aspecto lunar: así por ejemplo ocurre con Osiris en la tradición egipcia, pero también ocurre con Cristo en el cristianismo pues aunque su venida al mundo es como Sol Invictus, su muerte en la Pascua posee matices claramente lunares[6]. Hay aquí un misterio que atraviesa todas las tradiciones auténticas, y los detalles ya comentados de la perla, la bola de estiércol y la inversión de colores entre Cáliz y Hostia están muy seguramente en relación con ello. 

Y tampoco es descartable que el mar de las aguas primordiales donde el espíritu es sumergido y como secuestrado sea equiparable al 'mar mercurial' que citan los filósofos alquímicos. Aquí diremos tan solo de pasada que se suele asociar a la travesía de ese mar mercurial a san Cristóbal, he aquí algo que también debe ser explicado porque aquí es al Apóstol Santiago a quien encontramos, si bien el simbolismo de flotar sobre las aguas y atravesar el océano hasta llegar a una "nueva tierra" está claramente contenido en su leyenda, leyenda que narra con inauditos detalles como llegó a la costa gallega y de ella hasta Compostela mismo donde decidió ser enterrado. 

Un detalle más por último, la barca en la que Santiago llegó a la costa atlántica era de piedra y sin vela ni timón... un poco a semejanza del Arca del mismo Noé en su carácter de barca flotante más que de barco para navegar propiamente dicho, arca fabricada para preservar y salvar algo -¿lo más esencial?- de la manifestación que entonces tocaba a su fin. Por si todo esto fuera poco se considera popularmente que la barca con el cuerpo del Apóstol recaló en la villa de Noia... 

En todo caso, la vieira figura este arca que preserva ciertas cualidades esenciales, salvándolas de la disolución y guardándolas para ser mostradas de nuevo cuando las circunstancias de la existencia lo permitan en un nuevo ciclo de manifestación. 






[1] Es el Buddhi o el Intelecto Puro. 
[2] La 'Noche Oscura' del astro solar. 
[3] Es la parábola del 'segundo nacimiento' que refiere Jesús en la conversación con Nicodemo (Jn. 3:1). 
[4] El sacrificio de Purusha en la mitología hindú, o el sacrificio de Osiris en la mitología egipcia. 
[5] Trataremos de esta relación solar-lunar de Hostia y Cáliz en otro lugar. 
[6] Sobre este particular remitimos al lector interesado a la obra de J. Campbell, 'Las máscaras de Dios'. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Agradecer las palabras que son como pequeñas "centellicas" que nos alumbran y recuerdan el extravio e ignorancia en que vivimos. Pero una cosa es el perfume de la Rosa o el plano que al Tesoro conduce y otra la Rosa o el Tesoro . Describir el Camino no es lo mismo que caminarlo . ¿Que posibilidades tenemos hoy para una Iniciación efectiva o Real en Occidente ? ¿Dónde están los verdaderos Maestros ?
De un hermano peregrino del Camino Interior.