El proyecto iniciado por T. Adorno con su Escala F (con F
de fascismo, con F de Frankfurt) da sus frutos hoy, 70 años después.
Algunas
implicaciones metodológicas de la Escala F se suelen pasar por alto. Cuando nos
referimos a la misma debemos recordar que estamos ante un test diseñado para
detectar rasgos de personalidad, y más concretamente de lo que será definido en
la literatura científica como "personalidad autoritaria" (por
supuesto se trata de un constructo definido por los investigadores). El fin y
el método del estudio poseen rasgos que fácilmente pueden invitar a rebasar los
límites éticos de la ciencia, empezando por la libertad de pensamiento y de
opinión. En efecto la metodología implica que quien administra los resultados podría
usarlos para discriminar o criminalizar a los sujetos con resultados ‘indeseables’
en el test y padeciera los rasgos que Adorno definiera como propios de la “personalidad
autoritaria”. Este peligro está latente en el propio modelo de estudio, tengamos en
cuenta que el mismo asocia ideas en principio "culturales" (como la tolerancia/intolerancia
ante la homosexualidad) con rasgos de la personalidad relativamente estables
(la predisposición a la violencia).