jueves, 27 de agosto de 2015

New-age: pseudo-espiritualidad y contra-tradición (III). Californismo y contra-culturas.


New-age y contra-cultura.


Después de todo lo dicho hasta ahora no puede extrañar que la new-age se difunda de forma especialmente exitosa precisamente 
entre aquellos sectores sociales que presentan un estado más avanzado de disolución social e intelectual y que son por lo general los que abrazan más explícitamente los ideales del globalismo, la multiculturalidad y el rechazo de toda identidad, en definitiva los ideales más propios de la postmodernidad. Y tales sectores suelen ser precisamente aquellos que se presentan como 'progres', 'alternativos' e incluso muy a menudo como 'anti-sistema'. 

No se trata de una simple coincidencia. Se hace necesario advertir la 'unidad de proyecto' que subyace bajo la aparente diversidad de movimientos sociales y 'modas culturales' que, aunque se disfracen de reivindicativos y 'alternativos' -o precisamente por ello- forman parte de las fuerzas del globalismo. 

No debe olvidarse además que en occidente la descomposición social e intelectual es mucho más avanzada entre la juventud, vaciada por completo de identidad y de tradiciones y adoctrinada desde su infancia -por parte de la educación obligatoria y los mass-media- en la 'cultura del palimpsesto', el rechazo por todo lo pasado -empezando por la cultura de sus propios padres- y la consideración de todo vestigio de identidad colectiva como el más grave peligro para la 'paz social'. 

En definitiva, y como sucede tan a menudo, son los sectores sociales más progresistas, aquellos que conforman la vanguardia cultural y la 'contra-cultura' los que suponen la punta de lanza de la postmodernidad, también en lo que respecta a la pseudo-espiritualidad por paradójico que pudiera parecer. Así, más que perfilarse una 'alternativa' al grotesco orden cultural y espiritual actual tal y como dicen representar, lo que suponen en realidad es un preocupante adelanto de lo que está por venir. 


Es entre estos grupos 'alternativos' que la new-age encuentra el terreno abonado para propagar sus fantasías bajo la forma de pseudo-mitos y se extiende sin oposición ni traba, a no ser un materialismo o ateísmo radicales cada vez más infrecuentes y que nadie se toma ya realmente en serio, a excepción de algún grupúsculo marxista tan recalcitrante como irrelevante

Por otro lado cabe señalar que los escasos grupos sociales que aún pueden ser calificados de 'resistencia' al 'globalismo cultural' y a la dictadura de lo políticamente correcto -que suelen ser descalificados como 'reaccionarios'-, como por ejemplo aquellos que mantienen una red comunitaria fuerte o una identidad religiosa/cultural firme -como pueden ser los musulmanes y algunas comunidades cristianas, en particular allí donde los cristianos son minoría- tienden a considerar como un patrimonio valioso sus raíces culturales y sus tradiciones, y por ello se encuentran mucho más protegidos de las influencias disolventes del globalismo y la new-age. 



Nos encontramos por tanto ante otro claro ejemplo de 'cultura underground' o 'contra-cultura' -nacida en sectores sociales marginales y 'malditos', de escasa cultura y nula cualidad intelectual- que ha sido elevada a la categoría de 'cultura dominante' y a fenómeno social de masas -el 'mainstream' en la jerga postmoderna-. 

Esta es la aparente paradoja: en la postmodernidad la 'contra-cultura' constituye la 'cultura del poder' y la ideología más extendida entre los sometidos. Y es que, más allá de ser tales movimientos pseudo-culturales un signo del estado de descomposición de la sociedad actual, cumplen un papel estratégico decisivo en la labor de aculturación de los mismos sometidos, rompiendo cualquier resto identitario común que pudiera servir de resistencia al 'nuevo orden' global. 

Cabe preguntarse asimismo cómo un 'fenómeno de masas' que ha sido divulgado durante décadas desde las mismas estructuras del poder a través del cine, la televisión y la prensa, puede ser considerado 'alternativo' o 'contra-cultural'. Conmueve ciertamente la inocencia  y la facilidad con que el ciudadano corriente se deja embaucar y manipular.

Hay que empezar a considerar el movimiento new-age como una 'ideología del poder' elaborada para entretenimiento y adoctrinamiento de las mayorías y dirigida ante todo a aumentar la confusión mental de los sujetos e impedir la disidencia de cualquier tipo por el conocido método de ofrecer un medio de expresión adecuadamente canalizado para el descontento de aquellos que se dicen 'críticos' o 'disconformes'. Una vez más comprobamos de qué manera la periferia social del paradigma -la 'clase media'- es dirigida cual rebaño hacia 'regiones' donde todo su inconformismo y afán revolucionario queda reducido a una moda de consumo... Aquí toda protesta es mera apariencia.  

El ejemplo paradigmático de lo que decimos es sin lugar a dudas el conocido fenómeno OVNI y su corolario, el mito extraterrestre, una farsa que ha terminado por contagiar, como si de una pandemia se tratara, las mentes de la mayoría de nuestros contemporáneos hasta lograr convertirse en una 'verdad' incuestionable. Estamos sin duda ante uno de los 'mitos' centrales de todo el movimiento new-age. Este ejemplo nos da idea no solo del nulo rigor intelectual en que se mueve la new-age sino sobre todo de su peligrosidad y su maldad, al servir como instrumento para inocular en el común de las gentes ideas completamente desviadas y alejadas de la verdad. 

Pero una vez más, gracias a la dictadura del relativismo, aquí todo vale y cualquier idea puede ser defendida aún en la carencia más absoluta de argumentos. En todo caso, no debe olvidarse la ayuda decisiva que proporcionan para la extensión e implantación de semejantes 'ideas' las estructuras de propaganda y de manipulación de pensamiento del poder.  



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El contexto cultural de la new-age: el californismo.



En cuanto al pretendido carácter contra-cultural con que se reviste socialmente la new-age puede ser interesante añadir algo más. 
Resulta bastante llamativo que todos los actuales movimientos sociales 'alternativos', desde la lucha por los derechos de los animales hasta las modas más estrafalarias -y en ocasiones directamente perversas- que se pueda imaginar, así como también la mayoría de las 'contra-culturas' que han aparecido durante la segunda mitad del siglo XX -o lo que es lo mismo, desde el fin de la segunda guerra mundial-, provengan todos de una zona geográfica muy concreta: la costa Oeste de los Estados Unidos y más específicamente de la región de California. 

Esta circunstancia, aunque ignorada en los ámbitos académicos, no ha pasado desapercibida para la cultura popular y ha dado lugar a que se acuñe el término californismo para agrupar todas estas nuevas tendencias y 'culturas' que van del ecologismo a la espiritualidad light

El análisis en profundidad de California como centro generador y difusor de todos estos movimientos 'contra-culturales' -y de sus respectivas modas de consumo en el mercado global-, aunque todavía pendiente de hacer, conduce inevitablemente a la identificación de esta región como un auténtico centro 'contra-tradicional', y quizá no sea exagerado decir que se trate del centro principal de difusión de la 'contra-tradición' a nivel mundial en estos tiempos finales.  

Al margen de su papel real como centro generador y difusor de 'contra-culturas', valores y formas de vida disolventes y anti-tradicionales, California posee un importante valor simbólico, generalmente ignorado, de cara a cumplir este papel. 

En efecto, atendiendo al simbolismo tradicional y aplicando las reglas de la Geografía Sagrada, si Japón es la 'tierra del sol naciente', California no puede ser más que la 'tierra del sol poniente'. California es la tierra última, el Finis Terrae de nuestra civilización, y no solo en un sentido geográfico -el viejo occidens latino, el horizonte final, la tierra de los muertos y última frontera de una civilización- sino también en un sentido histórico pues ésta fue curiosamente la última tierra conquistada por los europeos, tras la gran dispersión europea de las eras mercantilista e industrial, de lo cual el episodio de la conquista del Lejano Oeste ofrece un magnífico testimonio. 

La conquista del Lejano Oeste resulta ser desde esta perspectiva una representación tan real como dramática de esa 'cultura del palimpsesto' que hemos citado en ocasiones, con su promesa de un 'Nuevo Mundo' levantado, en este caso concreto, sobre el yermo dejado por el genocidio de los indígenas. En verdad aquí los europeos predicaron como en ninguna parte con el ejemplo imponiéndose mediante la estrategia colonial de 'tierra quemada' y suplantando tanto cultural como demográficamente lo que existía. Un ejemplo radical de nihilismo pocas  veces visto en la historia de la humanidad. 

A estos apuntes de orden simbólico aún debemos añadir como decíamos antes el decisivo papel de California como centro difusor de las contra-culturas más propias del pensamiento débil y la postmodernidad, y en definitiva de todos los valores que pueden calificarse de 'anti-tradicionales'. 

En este influyente papel de creador de gustos, modas y corrientes sociales de todo tipo suele obviarse que está allí precisamente el mayor núcleo económico-industrial de la forma espectacular por antonomasia, el cine, del cual California ha sido a lo largo del siglo XX su mayor centro a nivel mundial y lo sigue siendo en buena medida, si no ya en un sentido cuantitativo -dicen que ha sido superado por Bollywood- sí a nivel cualitativo dada su influencia ideológica y cultural sobre el imaginario colectivo occidental. 

Siempre ha existido conciencia de este poder de influencia pues durante todo el pasado siglo esta industria fue empleada como un instrumento de propaganda al servicio del colonialismo cultural y comercial. Recordemos que la re-creación espectacular de la realidad es absolutamente imprescindible para el mantenimiento  de la actual 'cultura de la imagen' en la cual las ideas entran más que nunca por los ojos [1] a la hora de adoctrinar y embaucar al moderno hombre-espectador.  

Y un detalle más de índole simbólica: no parece casual la extravagante denominación de 'meca del cine' que se ha dado a este lugar, una denominación a todas luces blasfema y que, a tenor de las influencias psíquicas que allí se generan y que de allí parten y se extienden sin freno, pareciera indicar el reconocimiento, siquiera inconsciente, de que nos encontramos ante un auténtico centro contra-iniciático. 



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Como otro ejemplo brillante de 'cultura del palimpsesto' y rasgo central del californismo encontramos el culto a la juventud, al cuerpo y a la 'salud'. Todo esto constituye una prueba más de la fijación en lo más exterior. Cabe señalar que el cuerpo es el rasgo más exterior de la persona, por tanto lo más sujeto al cambio, lo más impermanente. Apegarse a la impermanencia, además de ser una fuente segura de infelicidad, dolor y frustración, es la enseñanza exactamente contraria a la que haya podido transmitir cualquier tradición espiritual en cualquier tiempo y lugar. 

Vemos ahora la relación invisible a primera vista que existe entre esta fijación por lo más exterior y lo menos esencial y la 'nueva espiritualidad' que mira solo a los fenómenos en lugar de a lo eterno. 

Casi lo mismo se podría decir de la idea de 'salud' que promueve el californismo y que lejos de buscar la simpleza y lo natural como pregona, no es más un programa de re-ingeniería corporal con diferentes grados de violencia sobre el cuerpo que empiezan por la esclavitud de la dieta, siguen por el gimnasio y acaban en el quirófano... Todo ello tremendamente artificioso y experimental. En esta 'contra-cultura' el cuerpo se convierte en un espacio más de aplicación de la dictadura tecno-industrial, una zona más de dominio. 

En cuanto al contenido de su imaginario y sus valores el californismo ha llamado la atención incluso a nivel popular por presentar la vida humana como una suerte adolescencia eterna, que nunca debe acabar y en la que cualquier rasgo estable -que proporcione estabilidad o raíces al sujeto, como la familia- debe ser rechazado por ser una 'atadura'. 

Esta característica es interesante simbólicamente pues describe en pocos rasgos al 'hombre del fin de los tiempos', en tanto que ser desarraigado, detenido en el tiempo, sin pasado, y por ello mismo sin futuro. Este hombre sin pasado ni futuro, sin raíces ni frutos, que es como hierba que crece en el tejado (Sal. 128:6), representa, como ya hemos apuntado en alguna ocasión, la inversión exacta del nómada de los orígenes. 




Por otra parte y haciendo un breve repaso histórico, es especialmente relevante que tales movimientos 'contra-culturales', comenzaran su difusión masiva precisamente tras la segunda guerra mundial. Y nuevamente se puede poner como ejemplo de ello el ya citado fenómeno OVNI que jugó un papel decisivo de adoctrinamiento de masas durante las grises décadas de la guerra fría.  

El papel que jugaron ciertos movimientos sociales de protesta, como el movimiento hippie o la subcultura rock con todo su malditismo calculado, en la difusión de todas estas pseudo-culturas anti-tradicionales ha sido fundamental y es pocas veces denunciado. La relación entre el 'hippismo' de los años '70 y las más actuales modas naturista y vegana es ciertamente indiscutible, pero también lo es el vínculo que tuvieron aquellas contra-culturas con la espiritualidad 'light', el ya citado neo-paganismo, la magia e incluso el satanismo. Los vínculos son ciertamente innegables. 

Y no puede tomarse a la ligera el hecho de que todas estas ideologías anti-tradicionales y que conducen a la disolución definitiva del 'cuerpo social' tengan su principal foco de generación y difusión en la costa oeste de los Estados Unidos. Desde este punto de vista California adquiere unas connotaciones simbólicas, históricas y culturales verdaderamente siniestras y difícilmente igualables por ninguna otra región del planeta. En ello además vemos lo que significa realmente la consumación de la promesa de una tierra nueva para el paradigma de la modernidad. 

Por tanto, a pesar de su enorme diversidad y su apariencia caótica californismo y new-age son fenómenos inseparables, tanto en su origen histórico y geográfico como en los principios ideológicos que imponen un poco por todas partes, todos ellos conducentes a la disolución de la identidad social y personal. 


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[1] No es descartable el advenimiento de un nuevo modo de analfabetismo e idiocia debido a esta 'deformación visual' del carácter del nuevo hombre-espectador cuya capacidad para adquirir ideas por otros medios, sobre todo los que afectan a la facultad racional, va siendo paulatinamente mermada. En esto la moderna 'cultura visual' -de la cual el cine es el mejor exponente- es la inversión exacta del lenguaje simbólico de las artes visuales tradicionales, pero este tema nos alejaría del objetivo del presente artículo. 



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