jueves, 25 de diciembre de 2014

Símbolos de la Natividad: el árbol de Navidad (y II)

Simbolismo cósmico del árbol de Navidad.


Ya hemos apuntado que el simbolismo polar del árbol navideño no parte únicamente de las regiones que habita por naturaleza sino también de su misma forma. Si a continuación analizamos sus características formales descubriremos que el árbol navideño contiene en sí un diagrama cósmico completo, pues su figura representa un esquema sintético del universo


Sin duda el simbolismo cósmico que desgranamos a continuación es aplicable en general a cualquier árbol, en virtud del evidente simbolismo axial del tronco, pero sin duda los árboles a los que este simbolismo le es más propio y natural es a las coníferas del tipo del abeto por la rectitud y verticalidad de su tronco y por la forma piramidal de su copa que recuerda a la montaña primordial, el Ben-ben de la tradición egipcia o el monte Meru del hinduísmo, lo cual nos aproxima una vez más a la idea de Tradición Primordial. Maticemos que la montaña primordial posee un doble significado, por una parte tiene un sentido de fundamento y estabilidad, por otra su cima dirigida al cielo remite al Axis Mundi

Si la forma del árbol es un diagrama del cosmos, la cima de su copa, donde se acostumbra a colocar la "estrella", equivale al Polo de la manifestación, y toda la estructura del árbol que queda por debajo de la misma representará los diferentes planos de la manifestación misma o mundos. Lo que decimos se corresponde perfectamente con la apariencia misma del abeto cuya copa parece ordenarse en capas o estratos horizontales. Si entendemos el nivel inferior, o primer estrato de la copa, como el nivel o plano humano de la manifestación, los estratos superiores a este serán los mundos superiores -o también a las extensiones extra-corporales del ser- y el nivel subterráneo, donde están las raíces del árbol -que por cierto tienen la forma esquemática de una pirámide invertida- corresponderán a los mundos inferiores o planos infernales de la misma.  

En cuanto a la estrella que tradicionalmente se coloca en la cima del árbol, a partir del simbolismo axial que acabamos de explicar resulta fácil advertir que representa la Estrella Polar, en tanto que ésta se encuentra situada sobre el polo de este mundo y que es el único objeto celeste que permanece inmóvil. Es por ello que se dice que de ella pende -simbólicamente- el mundo.   

En una vista cenital puede mostrarse del siguiente modo:



Este simbolismo cósmico emparenta la figura del árbol navideño con la arquitectura sagrada tradicional donde desde tiempo inmemorial se trata de representar en el templo esta montaña cósmica o primordial, que simboliza un centro del mundo puesto que por ella pasa el Axis Mundi. El ejemplo más evidente de este simbolismo arquitectónico sería la pirámide empleada en Egipto o en meso-américa, pero también puede citarse el zigurat babilónico o el templo hindú. El parecido de la figura anterior con el zigurat babilónico es evidente y podemos recordar a este respecto que el mito bíblico de la torre de Babel describe precisamente la división de la Tradición Primordial de la humanidad causada curiosamente por la construcción de una 'montaña' artificial con la que se pretendía alcanzar el cielo... 

Y un poco menos conocido pero igualmente significativo es la presencia de este simbolismo de la montaña cósmica en la arquitectura sagrada cristiana medieval, en primer lugar en la tradición de las grandes basílicas bizantinas, que vistas desde fuera semejan una enorme montaña, pero también en las arquitecturas románica y gótica donde este simbolismo estaba explícitamente presente en la cabecera de la catedral, que figuraba esta montaña cósmica y su división en los diversos planos de manifestación o mundos.     


El ábside de las catedrales góticas (y románicas) semejaba la 'montaña cósmica', 
que contiene simbólicamente los diversos planos de la manifestación universal. 
En la imagen el ábside de la catedral de Reims.


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Los simbolismos no acaban aquí, pues en base al principio hermético de analogía, además de constituir un diagrama del universo completo, el árbol de navidad es también una imagen sintética del hombre y de su devenir espiritual. Si aceptamos que cada uno de los estratos que forman la copa del árbol representa un mundo o plano de la manifestación completo, la existencia de cada ser particular, así como su devenir espiritual, debieran estar simbólicamente contenidos en el mismo esquema del árbol. Para que la explicación resulte más intuitiva lo mostraremos gráficamente:

Puesto que cada estrato horizontal en que se divide la copa del árbol navideño representa un mundo, el viaje de cada ser particular al 'centro su ser' puede ser representado como un viaje de la periferia de la copa al centro de ese nivel o plano, centro que es simbolizado por el mismo tronco del árbol -Axis Mundi-.


Dado que según el simbolismo metafísico del círculo el ser individual a lo largo del camino espiritual transita de la periferia -lo más exterior- hacia el centro -lo más interior, lo cual es el sentido de la Anábasis o 'viaje al interior'- la vida particular de ese ser puede ser representada por las 'hojas' o acículas del propio árbol que se encuentran en el extremo de las ramas. Así el punto de partida del ser particular en su camino de retorno al centro de su ser coincide con el punto más alejado del mismo, la periferia de la circunferencia. 

El individuo particular debe entonces recorrer el camino que separa la 'hoja' del tronco del árbol. Tal camino es señalado simbólicamente por una rama que, al modo de los radios de una rueda, va a dar a su 'centro', que es el estado central correspondiente a ese nivel de manifestación particular, estado que en el caso humano es denominado el 'Hombre Primordial'. Ese centro coincide en su nivel de manifestación, tal y como resulta evidente en la imagen gráfica, con el lugar por el que pasa el Eje de los Mundos o Axis Mundi que cruza y a la vez mantiene unida toda la manifestación universal [1]. 

A partir de este punto, y alcanzado ese 'centro del mundo' -que es solo el centro de ese mundo o nivel de manifestación particular- puede comenzar el ascenso por los niveles superiores de manifestación. Estamos pues ante la clásica diferencia entre los Misterios Menores (que equivaldrían al camino hacia el centro por el plano horizontal) y los Misterios Mayores (que serían el ascenso por eje vertical). En efecto los Misterios Mayores conducen hacia el Polo y a través de él hacia la liberación del estado incondicionado dejando atrás toda manifestación. 

Este camino de los Misterios Menores que conduce hacia el centro del ser suele representarse gráficamente mediante un radio de la circunferencia -es el conocido simbolismo de la rueda-, pero si se tiene en cuenta el factor temporal, dado que el tránsito de la periferia al centro no es instantáneo para el ser particular, toma la forma de una espiral:

Los Misterios Menores representados mediante el radio de la circunferencia.


Los Misterios Menores representados mediante la espiral. Este es el sentido más básico que poseen las guirnaldas que decoran el árbol de navidad, representar el sendero de la realización espiritual. 

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Para terminar podemos relacionar este diagrama del universo y del hombre contenida en el árbol de navidad con otro árbol, en este caso el árbol sefirótico propio de la Cábala hebrea y el hermetismo cristiano. Para ello volveremos a la representación vertical del árbol navideño:



Si observamos la anterior representación vemos que existe una analogía evidente entre ambos esquemas de contenido metafísico. Lo que en el árbol navideño es la Estrella que corona su cima corresponde con la séfira Kether, que significa precisamente Corona. Keter está relacionada además con el Polo de la manifestación y, en el simbolismo astrológico de la Cábala y el hermetismo, con la Estrella Polar.  

Los diferentes mundos -planos de la manifestación informal, de la manifestación sutil, etc...- del árbol sefirótico se corresponden con los diferentes pisos o estratos en que está dividida la copa del árbol de navidad. 

Por último, y esta es la analogía que guarda un significado más interesante, el piso inferior o la base del árbol de navidad, lugar donde se depositan los regalos, corresponde a la séfira Malkuth, el Reino, esto es la morada de la Shekinah, la presencia divina en el mundo. Es decir, los regalos, que simbólicamente descienden de los cielos o 'mundos superiores' -y esto explica parte el sentido del ritual que rodea la entrega de los regalos en la noche de Navidad, así como algunos aspectos de la leyenda de san Nicolás, como por ejemplo su capacidad de volar o las campanillas que denotan su llegada- se manifiestan en la base del árbol en tanto son gracias divinas y bendiciones venidas del cielo. 

Los regalos, al simbolizar la presencia de Dios en la tierra son el equivalente del nacimiento mismo del Hijo de Dios, pues por Él Dios se hizo presente en el mundo y "habitó entre nosotros" (Jn. 1:14).

Este es también el significado de las bolas de navidad -en origen manzanas rojas o doradas- que decoran los diferentes niveles o planos de la copa del árbol, son los 'frutos' espirituales o dones que se manifiestan en esos diferentes mundos, mientras el nuestro recibe sus 'regalos' o dones espirituales en la base misma del árbol. 

A partir de aquí es sencillo interpretar otros simbolismos, como las guirnaldas que rodean al árbol -en espiral-, o las luces que lo iluminan, por lo que no nos extenderemos acerca de los mismos. Baste señalar a modo de curiosidad que la tradición que alude a que San Nicolás entra en casa por la chimenea es perfectamente coincidente con el simbolismo axial y polar que hemos analizando hasta aquí, pues la chimenea es para los pueblos tradicionales el eje de la casa, su Axis Mundi -centrado en el fuego del hogar- y el eje que pasa imaginariamente por la chimenea sitúa simbólicamente el hogar en el cosmos y le comunica a su vez con los otros mundos.  

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[1] Lo que es concretamente el simbolismo del hilo -sutra- de los rosarios cristianos o el mala hindú, que une todas las cuentas -o mundos-.

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