lunes, 3 de noviembre de 2014

Karma y destino (y III): el 'sentimiento trágico' de occidente



Capítulo aparte merecería el estudio de por qué diferentes tradiciones -la hindú y la greco-latina- pusieron el énfasis en diferentes aspectos de esta realidad. 

El diferente énfasis que ponen ambas doctrinas acerca de los condicionamientos y los límites que conlleva toda manifestación ha de dar lugar forzosamente a desarrollos  y conocimientos diferentes en uno y otro caso. Desarrollos que pueden implicar disciplinas como la teología, la filosofía, el arte y cualquiera otras, pues todas son expresión del alma humana. 

Como hemos visto hasta ahora el destino es, por definición, invariable. Ahora bien, el especial énfasis puesto en la inamovibilidad del destino por parte de la tradición greco-latina ha generado un 'sentimiento trágico' muy propio de la cultura y tradición occidental, una percepción de fatalidad intrínseca a la experiencia vital [1]. Este sentimiento trágico puede rastrearse en los pueblos germánicos, eslavos, por supuesto entre los griegos y quizá algo menos en los romanos. En todo caso de nuevo resulta abrumador en ciertos períodos la cristiandad medieval. Este carácter trágico, este modo doliente de enfrentarse a la vida se aleja muy claramente de la actitud de desapego y distanciamiento con que suelen enfrentar la existencia las tradiciones orientales y consideramos que es una  suerte de 'marca racial' de los pueblos de occidente. 



En verdad las expresiones trágicas de todo tipo que encontramos en el arte, la literatura e incluso la filosofía occidentales son difíciles de encontrar en otros pueblos o civilizaciones.  Los ejemplos serían numerosos [2]. Creemos además que este rasgo tiene una profunda relación con el marcado sesgo sentimental de los pueblos europeos y probablemente se encuentre también relacionado con la creación del teatro -el drama- como forma artística propia y unívoca de estos pueblos. 


Por supuesto, siempre podría plantearse la cuestión de hasta qué punto ha sido el énfasis dado al 'destino' ya desde los orígenes del pensamiento occidental lo que ha alimentado esta percepción trágica de enfrentamiento entre el ego y otras fuerzas telúricas que escapan al control humano o si por el contrario ha sido esta percepción trágica un rasgo más o menos congénito de la 'raza occidental' -acaso unos sámskaras particulares-, lo cual condujo a poner el énfasis de esta realidad metafísica en el carácter irremediable y fatal del destino. 


Por último queremos hacer notar que el conflicto prometeico que representa el hombre moderno es prácticamente incomprensible sin la concepción trágica de una fuerza superior y contraria a la que el hombre ha de enfrentarse para salvaguardar su individualidad, incluso a costa de la permanencia. 


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Por otra parte el hecho de que la doctrina del destino fuera 'personificada' en el mundo griego y latino bajo la forma de las Moiras o como la diosa Fatum de los romanos no le quita nada de su sentido metafísico más profundo, por el contrario lo hace más fácilmente comprehensible para ciertas mentalidades de tipo concreto y poco predispuestas para los conceptos metafísicos.  


Además, en origen las Moiras eran solo una y su culto estaba particularmente asociado a Afrodita, es decir al deseo y al amor, un ámbito donde se muestra con particular fuerza el 'destino'. De hecho la Moira Láquesis fue empleada a menudo en el simbolismo medieval como metáfora del amor conyugal y el matrimonio.  





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Por último, y a modo de ejemplo del más genuino arte occidental dedicado a este sentimiento trágico de la vida, donde la idea de destino entendido como fatalidad se entrecruza con otra idea central del pensamiento -y el sentimiento- de occidente, la del amor, dejamos este doliente poema de Barbara Strozzi: 


Che si può fare ?
Le stelle rubelle
non hanno pietà.
Che si puo fare ?
Che s'el cielo non da
un influso di pace
al mio penare ?
Che si può fare ?

Che si può dire ?
Dagl'astri disastri
mi piovano ogn'hor.
Che si può dire,
si le perfido amor
un respiro diniega
al mio martire ?
Che si può dire ?








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[1] Entiéndase antes de la llegada de la modernidad -que supone en rigor la perversión de esta misma tradición-, aunque restos de este 'sentimiento trágico' hayan podido sobrevivir incluso hasta nuestros días.  

[2] Ahí tenemos por ejemplo la denominación de 'Sinfonía del destino' que Schindler dio a la sinfonía nº 5 de Beethoven (Op. 67) como ejemplo de la presencia de este conflicto con el destino en el arte occidental.  


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