domingo, 18 de mayo de 2014

Orden y belleza en el pensamiento medieval (III)



Acabamos de ver la importancia que poseen las ideas de orden y de estabilidad en todo el pensamiento medieval. Ahora reflexionaremos sobre algunas de las implicaciones que dichas ideas han tenido y tienen en el pensamiento y la mentalidad de occidente, pues su alcance ha ido más allá de la edad media. 

Las ideas de orden y estabilidad de corte neo-platónico tuvieron un carácter precursor respecto del paradigma de la modernidad occidental, el cual las ha llevado a sus extremos teórico -en su pensamiento y su filosofía- y práctico -en su concepción de la sociedad-. 


Este carácter hiper-ordenador de la modernidad ha sido ya advertido por académicos como De Sousa Santos, que sostiene, muy acertadamente a nuestro juicio, que lo que él denomina 'pilar del control' se ha impuesto sobre el 'pilar de la emancipación' [1] hasta dar lugar a formas sociales en extremo rígidas y poco creativas como son las actualmente normativas en occidente.

Esto se manifiesta claramente cuando comprobamos cómo en la historia de la modernidad es casi impensable un planteamiento socio-político no estatocéntrico o cómo la relación individuo-sociedad -que en occidente se reduce al par individuo-Estado- está cada vez más basada en la vigilancia y el control del sujeto, tratándose a este con toda naturalidad como un ser irresponsable e incapaz de decidir o actuar por sí mismo, una especie de niño grande. No es en absoluto exagerado decir que el Estado moderno trata a sus ciudadanos como menores necesitados de tutelaje, o incluso como algo peor, pues a los niños se les educa precisamente para que un día se valgan por sí mismos, esto es se emancipen -'pilar de la emancipación' de De Sousa- mientras que en occidente ese horizonte de emancipación y libertad ni siquiera se contempla. El ciudadano, ese infra-hombre diseñado por la modernidad debe ser tutelado durante toda su vida, nunca ha de tener la capacidad de ser libre. Llama la atención que ésta premeditada direccionalidad hacia la dependencia por parte del burocratizado sistema educativo moderno haya sido objeto de nulo interés por parte de la psicología y la sociología... 

En definitiva, en el paradigma moderno -de carácter más controlador que emancipador- se establece una relación directa entre orden y control, ideas sobre las que ha basado occidente su proyecto epistemológico y social. Acerca de la sociedad como sistema de control ya hemos dicho algo, sobre la ciencia basta advertir el afán controlador y manipulador de la ciencia moderna, enfocada  por entero a controlar variables y a predecir fenómenos.  


Una vez establecida la anterior relación y habiendo sido impuesta socialmente como buena y deseable, conceptos como emancipación o creatividad, divergentes de los anteriores, aunque en realidad complementarios, quedan asociados inevitablemente al polo negativo de la realidad, polo constituido por las ideas de desorden, caos, disidencia, etc... ideas percibidas como peligrosas y generadoras de estrés, desestabilizadoras del orden social en general. 


Es así en efecto cómo, por preservar su percepción de seguridad o por conservar algún dudoso adelanto tecnológico, las sociedades occidentales, inmolan de buen grado sus derechos y libertades y renuncian al desarrollo del 'pilar de la emancipación', en una actitud tradicionalmente característica de la burguesía económica -que siempre actúa anteponiendo el capital, el fetichismo en realidad, como prioridad ante todo lo demás- y que se ha denominado generalmente conservadurismo. En efecto el conservadurismo burgués se basa en una idolatría, poco importa si del dinero o de bienes materiales o inmateriales del tipo que sean.  




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La tensión entre orden y diversidad en la cosmología y la sociedad medievales


Es preciso hacer notar cómo esta metáfora de los dos pilares que emplea De Sousa en su análisis del paradigma occidental es análoga a lo que la tradición cabalística y hermética denominó los pilares del Rigor y la Misericordia en el conocido esquema del Árbol de la Vida o Árbol sefirótico. Veámoslo gráficamente:


Árbol sefirótico con sus tres Pilares. 

El Pilar del Rigor corresponde al 'pilar del control' en la terminología de De Sousa 
mientras el Pilar de la Misericordia se correspondería con lo que De Sousa 
denomina 'pilar de la emancipación'. 

El esquema del Árbol sefirótico permite ver cómo estamos ante un sistema de interacciones 
complejas donde las partes están todas interconectadas, así el desarrollo excesivo 
del Pilar del rigor o control ha redundado en el debilitamiento del Pilar de la emancipación. 



Sin embargo, al referir esta idea de los 'dos pilares' a la edad media, debemos hacer ciertas salvedades. 

En primer lugar sería largo rebatir hasta qué punto el orden medieval y el orden moderno son esencialmente antagónicos. El orden medieval, al ser por definición un orden supra-humano busca el equilibrio entre el hombre y su entorno, no se considera como posibilidad siquiera un orden humano a costa del desorden del resto del cosmos. Puesto que no todo es para el hombre éste debe hacer ciertas concesiones a la diversidad y a la totalidad para que el equilibrio total se mantenga. En cambio el orden moderno, al ser en exclusiva humano -el auto-denominado humanismo- y descartar todo criterio de trascendencia, desprecia las demás realidades no-humanas -e incluso las otras realidades humanas- como no dignas de consideración y carentes de poder de decisión, de modo que se pretende la imposición de este 'orden meramente humano' sobre todo lo demás. 


Si la idea de establecer un orden supra-humano conlleva siempre algo sacrificial -tanto en el sentido etimológico exacto de la palabra, sacrum facere, hacer sagrado, como en el sentido corriente de renuncia del propio interés- la idea de un orden humano, elegido por y al servicio exclusivo de los hombres implica un punto de vista antropocéntrico, unilateral y profundamente egoísta. Al separarse el hombre de su entorno se separa también de los demás hombres. Todo pseudo-orden utópico humanista desemboca antes o después, por egoísta, en un 'sálvese quien pueda'. El humanismo quedó ya retratado por Hobbes en su máxima Homo homini lupus

La diversidad y la diferencia se convierten así en un peligro muy real para el pensamiento moderno, en tanto agentes de desestabilización social. Dicho de otro modo, y por sorprendente que pueda parecer a ciertas mentalidades dominadas por el prejuicio moderno, todo orden humanista está a merced del interés egoísta -sea éste individual o colectivo- por lo que siempre conducirá a un sistema controlador y anti-emancipador, y no hay más que echar una ojeada a los diversos sistemas de sociedad que ha propuesto y desarrollado la modernidad -todos ellos profundamente cercenadores de la libertad- para comprobar lo cierto de estas reflexiones. 



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[1] De Sousa Santos, B. Crítica de la Razón Indolente. Contra el desperdicio de la experiencia. Bilbao: Editora Desclée de Brouwer, 2000. 



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