martes, 28 de enero de 2014

Esoterismo cristiano: el Crismón


El escudo del Imperio Romano de Oriente, llamado 'Crisma de Constantino' y a veces lábaro, oculta diversos simbolismos de gran importancia. En primer lugar este emblema respondía al conocido lema del Emperador:


"In Hoc Signo Vinces

("por este signo vencerás") 


Si seleccionamos la primera letra de cada palabra nos aparece el acróstico: 

I - H - S - V 

que son las letras latinas que forman el Nombre de Jesús. En las iglesias cristianas latinas (occidentales) normalmente se representa este acróstico recurriendo sólo a las tres primeras letras: 

I - H - S

motivo que aún es fácil de encontrar en diversas combinaciones y que también guarda varios simbolismos de los cuales tratamos aquí.

Esoterismo cristiano: Tarot




El Tarot y el Oráculo de Toth


Comenzaremos nuestro recorrido por el esoterismo cristiano observando algunos de sus símbolos menos evidentes. Desvinculado desde hace siglos de las ciencias sagradas y tradicionales (como la astrología) el Tarot ha caído poco a poco en el descrédito y el mal uso. Aparece entre las 'pseudociencias' como una cartomancia y es empleado para 'adivinar' un hipotético futuro. Pero cabe preguntarse si éste es el fin con que fue pensado y diseñado en origen. Además semejante esfuerzo para un saber tan dudoso resulta sorprendente. Entendemos que en su origen el Tarot no fue pensado ni diseñado para estos fines.

Muchos hacen derivar el término "Tarot" del nombre del Dios egipcio "Toth". Lamentablemente no hay relación alguna en su etimología. Una vez más se aceptan con facilidad fuentes de origen incierto y se niegan y desprecian obstinadamente las fuentes tradicionales. No se entiende por qué procedimiento lingüístico puede derivarse Tarot de Toth introduciendo una consonante de modo inexplicable en medio de la palabra.

Sin embargo parece más razonable que la palabra "Tarot" tenga su origen en un símbolo muy conocido y que funcione como anagrama del mismo.

El Crismón era el emblema de Cristo en la Alta Edad Media. Fue insignia del Imperio de Oriente, Bizancio, se dibujaba en los tondos de Santa Sofía de Constantinopla, aparecía en los escudos imperiales y se propagó por toda Europa durante el románico como sello de Cristo. El Crismón está formado por las dos primeras letras del nombre de Cristo, en griego Xristos, que significa "ungido". Estas dos primeras letras son la Ji (X) y la Ro (P). Cuando se superponen dan el signo que conforma el Crismón. Esto es bien conocido por cualquiera mínimamente versado en Historia del Arte.

Las otras dos letras del Crismón son la a ("alfa", primera letra del alfabeto griego que corresponde a la A del latino) y  w, W ("omega" —literalmente 'O grande'— última letra del alfabeto griego que corresponde a la O larga del latino). Primera y última letras del alfabeto griego en referencia al principio y el fin del mundo que supone Cristo Jesús, Rey del Mundo y Señor de los Tiempos.

De modo que el Crismón posee las letras X, P, A y W. 

Por otra parte la palabra TAROT posee dos T, una A , una O y una R.

T - A - R - O - T



La X no es otra cosa que un aspa, o también, una cruz tumbada o girada. Cruz que está formada a su vez por dos "Taus" (T) contrapuestas y unidas por su trazo superior horizontal. Por tanto la X dividida en dos partes iguales da lugar a dos T. Por su parte la W griega puede ser sustituida por su equivalente latina, la O. De modo que ya tenemos las letras -T, T, A, O, R- que forman la palabra TAROT. Solo resta ordenarlas adecuadamente. 

El orden correcto nos lo da el sentido del círculo en que se inscribe el propio Crismón. No es casual que el Crismón se inscriba en un círculo, símbolo de los ciclos y de la rueda de la manifestación o samsara. Y, efectivamente, a partir del símbolo del Crismón se lee fácilmente la palabra Tarot.

Por otra parte podemos escribir la palabra Tarot de forma circular, de modo que comenzara y terminara en la misma letra la T.


T

O                A

R


Así que las letras en que se descompone el Crismón ordenadas convenientemente según la orientación del círculo nos dejan leer:

T A R O T

Esta teoría de la lectura circular de la palabra se confirma mediante dos fáciles artificios. Por transliteración de las letras que componen la palabra, artificio frecuentemente usado por los cabalistas, cambiamos de lugar las consonantes entre sí y las vocales entre sí. La palabra obtenida resulta clarificadora:

R O T A R


Más fácilmente de conseguir. Si en lugar de transliterar las letras cambiamos el punto de lectura de las letras escritas en círculo. Si en lugar de comenzar en lo alto del círculo y leer en el sentido de las agujas del reloj leemos el signo en el sentido opuesto se encuentra la misma palabra:

R O T A R


Hay que señalar un último detalle: si escrita la palabra Tarot en forma circular es leída comenzando en el punto más alto pero en el sentido opuesto a las agujas del reloj se lee "Torá", la Ley.

El Oráculo de Toth


Decíamos al principio que muchos creen erróneamente que existe una relación etimológica entre "Tarot" y el nombre del Dios egipcio "Toth". Nos parece ya suficientemente demostrado que esta relación es falsa. Lo cual no significa que no exista relación alguna. Realmente hay una relación entre el Tarot y el Dios Toth, pero no es etimológica.

Esta relación entre ambos términos proviene de los significados y enseñanzas más profundas que representan. Toth es el Dios que en la tradición egipcia inventó la escritura y la enseñó a los hombres. Se le representa habitualmente con cabeza de Ibis. De las tres escrituras que históricamente se usaron en el Egipto faraónico la que se supone transmitida por Toth es la más antigua de ellas: la escritura jeroglífica.


    • Jeroglífico - del griego hieros glifos, "grabado sagrado". Efectivamente la escritura jeroglífica era considerada sagrada, de origen divino por los egipcios. Es bien conocido que esta escritura consiste en ideogramas de lo más variado. Emparentada con el término glifo tenemos otra palabra que tambien designa una lengua sagrada: 'petroglifo', "grabado en piedra".


La Tradición Hermética dice que el Tarot es "el Libro de Toth". Esto, aparte de haber provocado la confusión lingüística ya aclarada anteriormente no hay porqué ponerlo en duda, siempre que no olvidemos que tal enunciado tiene un sentido simbólico. Es decir, no hay porqué dudar del sentido simbólico del enunciado tradicional. Es fácil percatarse de que el Tarot está compuesto de "ideogramas" como la misma escritura jeroglífica egipcia. Si estos ideogramas fueran en su origen considerados sagrados cabe la posibilidad de que fueran emparentados a los jeroglíficos egipcios, quizá erróneamente, quizá simbólicamente en tanto lenguaje figurado -es decir con figuras-. He ahí la primera y principal relación entre Tarot y Toth. No es la única.

Como ya dijimos a Toth se le representa con cabeza de Ibis. El ibis era considerado en Egipto un ave sagrada. El ibis aparece con sorprendente frecuencia en los portales y los capiteles románicos de toda Europa. La Tradición Hermética nos dice también que los cabalistas eran aquellos que conocían "la lengua de los pájaros". Incluso el argot propio de los alquimistas y esoteristas de la Edad Media llegó a llamarse "lengua de los pájaros" (lo cual tiene amplias implicaciones para aquel que quiera entender el Camino de Santiago). Precisamente entre los romanos los augures eran quienes conocían el "vuelo de las aves": a pesar de que nos ha quedado la interpretación más superficial, esto es que predecían el futuro (¡sorprende que sea la misma función adivinatoria a la que ha quedado relegado el Tarot!) observando el vuelo de las aves en el cielo. Pero esto no es más que un modo sutil de decir lo mismo: que poseían y manejaban un código comunicativo que no era público o exotérico, sino esotérico y básicamente incomunicable, dependía de la intuición. La "lengua de los pájaros", el "vuelo de los pájaros". Viene aquí a la memoria sin dificultad ese pasaje de la Tetralogía wagneriana en que la sangre del dragón Fafner otorga la inesperada cualidad a Siegfried de entender precisamente el canto de un pájaro del bosque. Demasiadas coincidencias para ser consideradas casualidades.

Precisamente recibía el nombre de Hermes el equivalente griego del Dios Toth y en la Alejandría helénica se le llamó Hermes-Toth. Hermes era el mensajero de los Dioses y hacía el viaje entre el Olimpo y los hombres. Debido a esta movilidad, cabe decir volatilidad, que define su función se le representa con alas en el pétaso (sombrero de alas anchas propio de los pastores) y en las cáligas (sandalias). También la vara de Hermes, el caduceo, posee un par de alas en su cúspide.


El diccionario nos dice que oráculo es la "respuesta que da Dios por sí o por sus ministros". Entre los gentiles esta respuesta se daba a través de pitonisas o sacerdotes (hierofantes). Y ésta era exactamente la función primera para la que fue diseñado el Tarot: como instrumento de comunicación con los dioses, como oráculo, para recibir una respuesta divina.  Por tanto realizaba una función de contacto y comunicación entre la esfera de los dioses y la de los hombres. Recordemos que la función principal de Hermes-Toth era precisamente servir de enlace entre los dioses y los hombres. Ahora se entiende claramente y sin lugar a dudas que el Tarot en tanto que vehículo e instrumento oracular para comunicarse con lo numinoso no puede estar dedicado simbólicamente sino al mismo numen que comunicaba cielo y tierra para la tradición esotérica. Puesto que el mismo Jesucristo se proclamó fin y medio ("nadie va al padre si no es por mí") para alcanzar esta comunicación el Tarot no puede sino referirse de modo inevitable a él, a Cristo.

Aunque parezca sorprendente el Tarot en su forma actual es un instrumento oracular de claro matiz cristiano si bien evidentemente pertenece a la rama más esotérica y desconocida de la Tradición. Este origen dentro del esoterismo cristiano explica no solo su nombre, un anagrama en referencia evidente a Cristo sino también diversas referencias cristianas en sus ideogramas, como por ejemplo el Tetramorfos presente en el último de los Arcanos Mayores o la clara referencia a la Parusía en el Arcano XX, donde apreciamos una escena tan cristiana como la Resurrección de los muertos y el Juicio Final. 


Templo cristiano y astrología (IV)


Los 5 elementos en la arquitectura de la catedral


Según las tradiciones platónica y pitagórica, de las que procede la tradición hermética occidental, los cuatro elementos materiales proceden de un Quinto Elemento o Quintaesencia llamado Éter. Puesto que el éter precede en la manifestación a los otros cuatro elementos la representación esquemática de los cinco elementos suele ser bien la cruz en el ámbito del plano, bien la pirámide si la representación es volumétrica. En el caso bidimensional de la cruz el éter -por ser más principial, más cercano al principio que los otros- se situaría en el centro, que es el punto primigenio del que emana dicha forma geométrica. En el caso de la pirámide el éter se situaría en la cima -un grado más elevado de la manifestación y por ello mismo también más cercano al principio- y cada una de las esquinas de la pirámide correspondería a uno de los otros cuatro elementos. 






En el caso de la catedral gótica ideal representada sobre el plano encontramos la misma imagen: las cuatro columnas que enmarcan el crucero -espacio vano donde se cruzan la nave y el transepto- corresponden a los cuatro elementos terrestres mientras el centro de este espacio cuadrado corresponde al éter o quintaesencia.





Por si esta analogía dejara lugar a dudas, sobre el crucero se eleva la bóveda en cuya cúspide está la piedra angular que sostiene no solo la bóveda sino también simbólicamente todo el edificio. Así como del éter proceden los cuatro elementos, de la cúspide de la bóveda proceden, a través de las nervaduras, las cuatro columnatas que delimitan el crucero y sostienen en esencia el edificio. Ahora bien, la piedra angular, cuyo simbolismo ha sido ampliamente estudiado, es equivalente a la cima de la pirámide[1], y suele llevar representado el 'Cordero místico' -o bien un simbolismo afín, como el Crismón-. De este modo toda la estructura -bóveda y crucero- expresa claramente el simbolismo teológico de la pre-existencia de Cristo "antes de todas las cosas", pues como los cuatro elementos se originaron a partir del éter, el universo mismo fue generado a partir del Verbo "y sin Él nada se hizo". 




En el mismo centro del crucero se dispone en ocasiones el altar. Si interpretamos la catedral como una analogía del cuerpo humano, el crucero, de planta cuadrada, simboliza el pecho. El altar situado en el centro del crucero -que es el lugar simbólico del elemento éter como acabamos de ver- representa el corazón de la Iglesia -en sus dimensiones arquitectónica y mística-, y del hombre mismo entendido como microcosmos [2], pues el corazón está en el centro del pecho y oculta en sí la esencia del hombre. Así como los elementos se originaron a partir del éter y en la Gran Disolución final habrán de ser reabsorbidos en su origen, así el hombre ha de reintegrarse con su principio y esencia que yace simbólicamente en el fondo su corazón. 


Puede ser adecuado señalar que, a partir de la arquitectura renacentista, la piedra angular fue gradualmente sustituida por el simbolismo del óculo, una apertura en la cima de la bóveda por la que podía entrar la luz, lo cual no altera en absoluto el simbolismo que venimos indicando y de hecho lo pone en relación con el simbolismo del Templo como gruta escondido en interior de la montaña universal (Axis Mundi), lo cual nos recuerda inmediatamente el conocido mito de la caverna platónica y ese agujero sito en su cima por el que penetraba la luz y por el que Glauco escapa del mundo de sombras y va a salir al 'mundo real'. En efecto todos estos simbolismos son el mismo y las correspondencias entre ellos no son para nada casuales [3].






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[1] De hecho esta representación es mucho más acorde al simbolismo que la pirámide pues lo que en esta última es volumen sólido, en aquella es volumen vacío, es decir espacio puro, y precisamente el éter conlleva la cualidad del espacio. Por tanto el simbolismo es acorde a la enseñanza metafísica.


[2] Creado a 'imagen y semejanza'. 

[3] Para el simbolismo del templo en el interior de la montaña véase Guénon, R. 'Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada'.  

Templo cristiano y astrología (III)


La Catedral y los Cuatro Elementos


Pasemos ahora a analizar otros simbolismos contenidos en la forma y disposición de la catedral en tanto que microcosmos que contiene en esencia -simbólicamente- el orden universal. 

Puesto que cada punto cardinal guarda una perfecta correspondencia simbólica con una estación del año y un signo del zodiaco puede ser asociado también a uno de los cuatro elementos de la Tradición occidental: fuego, aire, agua y tierra. Estos cuatro elementos se ordenan de menor a mayor densidad, siendo el Fuego el más inmaterial de ellos y la tierra el más denso y pesado -y por lo tanto inferior y último- en el orden de la manifestación. Los cuatro elementos en tanto que son muestra en la Tierra de principios superiores pueden ser puestos en relación con otros tantos elementos de otros niveles de la manifestación como se verá más adelante.

En primer lugar veamos la relación entre los elementos y los puntos cardinales, tal y como se muestran en la siguiente tabla:


Este
Primavera
Aries

Fuego

Sur
Verano
Cáncer

Agua

Oeste
Otoño
Libra

Aire

Norte
Invierno
Capricornio

Tierra



Estas múltiples correspondencias una vez trasladadas al caso particular que estamos analizando del plano esquemático de la Catedral dan como resultado: 





Se aprecia cómo estas correspondencias y analogías son acordes al simbolismo religioso de la catedral: 

  • en la cabecera está Cristo, el cordero pascual, asociado a la primavera -cuando se celebra la Pascua, en la primera luna de llena de la primavera- y al signo de Aries -el carnero-. 
  • en la puerta occidental la Tradición iconográfica representa a Cristo en majestad -usualmente el Pantocrátor- y el Juicio Final, que quedan asociados al signo de Libra cuyo símbolo no por casualidad es unja balanza -de hecho en el arte flamenco es usual la representación del Juicio Final mediante una balanza, al del peso de las almas...-. 




Más problemas presenta la identificación de los signos de Cáncer y Capricornio en el eje del crucero. sin tener todavía una opinión definitiva al respecto creemos advertir que debido a una inversión especular (cuyas razones se nos escapan y sobre las cuales solo podemos especular, pero sin duda las hay y de peso) ambos signos se invierten quedando la Puerta de Cáncer en el Norte -Cáncer es un signo de Agua- y la Puerta de Capricornio al Sur -Capricornio es un signo de Tierra-. Pero como decimos, a este respecto no podemos emitir un juicio definitivo, si bien podría estar relacionado con el sentido de giro del calendario imaginario que figuradamente se solapa sobre la planta de la catedral. 

En efecto, comenzando el calendario astrológico en el signo de Aries y en el punto cardinal Este, si el sentido de giro es levógiro el signo de Cáncer caería en el punto cardinal Norte, en cambio si el sentido de giro del calendario astrológico fuera dextrógiro el signo de Cáncer coincidiría con el punta cardinal Sur. En todo caso, y aunque en la actualidad se nos escape el porqué, el sentido de giro con que se representaba el ciclo astrológico debía obedecer a poderosas razones. 



Calendario del Portal Norte de la catedral de Chartres. 

En la serie exterior pueden verse los signos de Sagitario (la parte humana del centauro conserva la cabeza pero le faltan los brazos) y una insólita representación del signo correspondiente a Capricornio con forma humana (¿?). 

En la serie interior que corresponde a 'los trabajos' se muestra el mes de diciembre con un hombre acompañado de un cerdo. 







Templo cristiano y astrología (II)


La Catedral gótica y el Zodíaco

Una vez definidos los puntos cardinales y el eje longitudinal sobre el que se levantará la catedral se trazaba un gran círculo y dentro del mismo se inscribía la rueda zodiacal. El zodiaco es una medida cíclica del tiempo: indica el tiempo que tarda el sol en volver a ocupar la misma posición aparente en el cielo. Para calcular estas posiciones del sol se toman como referencia las distintas constelaciones que el astro cruza en su recorrido celeste. El sol tarda un año en completar su recorrido cíclico y volver a su posición de partida. Este viaje de un año está dividido en doce etapas o estaciones: las doce constelaciones que dan nombre a cada uno de los doce signos del Zodiaco.

Pero, ¿por qué inscribir la catedral en un círculo astrológico? Por dos razones.

  1. Por una parte el círculo es símbolo del Cielo como el cuadrado es símbolo de la Tierra. Puesto que la intención de quienes construían una catedral era hacer un lugar de encuentro entre el Cielo y la Tierra y la catedral era una suerte de representación (o reflejo) en la Tierra de la Jerusalén Celeste, debía plasmarse en ella el orden celeste en tanto las leyes del cielo ordenaban la tierra. El orden celeste debía ser representado matemática y simbólicamente en la catedral, que era como una porción de la tierra elegida para contener el orden total del cosmos, así la catedral sería un microcosmos dentro del caos que suponía el resto del mundo exterior, la tierra entendida como materia prima y caótica -sin orden- o caos pre-formal. 
  2. En segundo lugar Cristo es designado Sol del mundo y comparado a menudo en la Edad Media con el Astro Rey. En tal caso el mismo templo debe estar en función del Sol y de su ciclo anual (con sus dos mitades ascendente y descendente).



Así, al consagrar el espacio en que se levantaría la catedral se repetía simbólicamente la creación del mundo descrita en el Génesis en que Dios imprime un orden en la materia caótica mediante su Palabra y con este acto ordenador la potencia deviene acto. Recordemos además que la palabra consagrar contiene el sentido de 'separar para Dios', como se dice expresamente de la consagración de Samuel desde su nacimiento en la Escritura (1S 1, 24). 

Por otra parte, lo que en los cielos es una medida temporal (la sucesión de los doce signos del Zodíaco) pasa a ser en la Tierra una medida espacial. La rueda zodiacal queda entonces inscrita en las cuatro direcciones del Espacio. Este paso del tiempo al espacio y del Cielo a la Tierra se muestra simbólicamente como el paso del círculo (celeste) al cuadrado (terrestre), operación también conocida como 'cuadratura del círculo'.




Zodiaco de la catedral de Amiens.

De izquierda a derecha pueden observarse los signos de Leo, Virgo y Libra; 
bajo ellos los meses de julio, agosto y septiembre representados 
con los trabajos correspondientes.  



Pero trasponer los símbolos de lo temporal a lo espacial requería de precisos cálculos. Para lograr estos cálculos y transposiciones se debía efectuar una serie de correlaciones simbólicas.

En primer lugar se han de poner las constelaciones del Zodiaco en correspondencia con las direcciones del Espacio y los puntos cardinales. Esto no es muy complicado. Se debe considerar en primer lugar que el año astrológico comienza en el equinoccio de Primavera. A su vez la rueda del zodiaco comienza en el signo de Aries. Por tanto pueden ponerse en relación el equinoccio de Primavera y el signo Aries: de hecho zodiacalmente el equinoccio primaveral corresponde al comienzo del signo de Aries (21 de Marzo). Vemos ahora la importancia que tiene tomar la salida del sol en dicho equinoccio como referencia principal para la construcción del Templo. Esta salida del sol que marca la primavera establece una primera correspondencia espacial entre el signo astrológico de Aries y un punto cardinal del horizonte: el Este.

Si el Este corresponde a Aries, a partir de aquí no resulta difícil establecer el resto de correspondencias astrológico-espaciales atribuyendo a cada punto cardinal un signo del zodiaco. Veamos cómo se puede fácilmente hacer coincidir los cuatro puntos cardinales con las cuatro estaciones del año solar y los signos que las abren.

La circunferencia en que se dibuja el Zodiaco tiene 360 grados. Trazando un diámetro desde el Este hacia el Oeste donde se corta la circunferencia en el extremo opuesto se obtiene el signo opuesto a Aries, que astrológicamente es el equinoccio de Otoño: Libra. Si se traza a continuación un diámetro perpendicular a este último (lo que sería el Cardus romano) se obtienen los signos que cierran el Zodíaco por arriba y por abajo (es decir el punto más alto y el punto más bajo del recorrido anual del sol): los solsticios de Verano e Invierno. Astrológicamente los solsticios corresponden a los signos de Capricornio y Cáncer también denominados en ocasiones Puertas Solsticiales [1]. 

La catedral queda encuadrada de este modo por el ciclo solar, marcado ante todo por los equinoccios y los solsticios, tal y como puede verse en el dibujo:




Hemos dicho que la catedral queda encuadrada en el ciclo solar o zodiacal. A simple vista cabe destacar una coincidencia para nada casual: se denominan signos cardinales a los 4 signos zodiacales que señalan justamente los conocidos 4 puntos cardinales. Esto quiere decir que los 4 puntos cardinales son definidos en la tierra mediante 4 acontecimientos celestes, más concretamente solares: los dos solsticios y los dos equinoccios.   

Consideramos que el sentido de giro del plano de la catedral es levógiro -contrario a las agujas del reloj-. De este modo el signo de Cáncer -que señala el solsticio de verano- queda ubicado en la puerta norte de la catedral y el signo de Capricornio -que señala el solsticio de invierno- queda ubicado en la fachada sur de la catedral. 

Como se deduce fácilmente de la imagen, si el sentido de giro que se otorgara a la representación zodiacal fuera dextrógiro solo cambiarían los lugares de los signos solsticiales -se invertirían uno por otro-, mientras los signos equinocciales -Aries y Libra- permanecerían sin cambios, orientados a este y oeste respectivamente, es decir permanecen invariantes tanto si la representación zodiacal fuera en sentido levógiro -como creemos que de hecho es- como si fuese en sentido dextrógiro. 

Muy probablemente había razones simbólicas de peso por las que el giro era determinado en sentido levógiro, quizá relacionadas con la medida diferente de los dos tiempos cualitativos de que ya hemos hablado, pero dichas razones son desconocidas hoy. Como sabemos que generalmente los ritos circunambulatorios -procesiones y peregrinaciones- que tenían lugar en el interior de la catedral eran desarrollados en sentido levógiro optamos aquí por esta hipótesis, pero las razones de que sea así todavía se nos escapan. 






En realidad la catedral guarda muchas relaciones matemáticas y simbólicas con el cuadrado. En su forma más elemental, la cruz latina es el desarrollo plano del hexaedro regular o cubo, de modo que simbólicamente la catedral es como un cubo desplegado y abierto hacia cielo [2]. Dado que cuadrado y cubo son símbolos de la tierra (todo lo que implica el número 4 en general) el despliegue del cubo simboliza muy bien la apertura de la tierra para recibir la gracia de los cielos y así al seguirse este patrón digamos cúbico se dota al lugar de la regularidad geométrica adecuada para que tal comunicación entre cielo y tierra se lleve a efecto. Dicho cubo primordial se mantiene esencialmente en el crucero, enmarcado por los cuatro pilares que señalan la unión de la nave y el transepto y sobre los que descansa la bóveda (véase la ilustración).  



En la siguiente tabla puede verse la correspondencia entre los cuatro puntos cardinales y las cuatro estaciones del año, junto a los signos del zodiaco correspondientes que señalan el comienzo de las mismas:



Punto cardinal
Estación
del año
Signo zodiacal
Evento solar
Este
Primavera
Aries
21 de Marzo (equinoccio de primavera)
Sur
Verano
Cáncer
21 de Junio (solsticio de verano)
Oeste
Otoño
Libra
21 de Septiembre (equinoccio de otoño)
Norte
Invierno
Capricornio
21 de Diciembre (solsticio de invierno)




Tenemos ya las cuatro estaciones principales del sol a lo largo de su año (que marcan también las cuatro estaciones del año terrestre) situadas en los extremos de los dos diámetros ortogonales de la circunferencia. Cada estación ocupa un cuarto de circunferencia y dista 90º de la siguiente (o la anterior). Sólo resta entonces ubicar los otros ocho signos zodiacales. Como los signos del zodíaco se distribuyen en número de tres en cada cuadrante o estación solar, los ocho que restan son fáciles de asignar en su lugar si se calculan sus posiciones en función de ángulos de 30 grados (30ºx12=360º).

Queda así dividido el círculo en 12 arcos de 30 grados en el que cada arco corresponde a un signo del Zodiaco, es decir a una etapa del calendario celeste, es decir del recorrido del sol por el cielo a lo largo del ciclo anual. 

Esto tiene dos curiosas lecturas. Por una parte la catedral es situada simbólicamente en el centro del año: los meses y las estaciones se distribuyen a su alrededor como Cristo está en el mismo centro del universo. Son frecuentes las representaciones medievales de Cristo como Rey del Mundo situado en su centro, a modo de chakravarti, el Señor del universo que gobierna toda la manifestación y hace girar la rueda. El centro simbólico de la catedral -que es el altar- replica así este simbolismo situando a Cristo en el mismo centro del mundo. De este modo la catedral es una réplica del universo en miniatura orientado y ordenado según la ley celestial y divina, como tradicionalmente han sido los templos destinados a acoger los ritos sagrados.  

Por otra parte al estar así construida la catedral constituye en sí misma un magnífico reloj solar que marca las horas del día y los meses y estaciones del año y del sol. La catedral y el ciclo temporal quedan de este modo definitivamente enlazados.

En la siguiente ilustración se muestra cómo se inscribe la catedral en la ruleta zodiacal: 








Figuras del zodiaco-calendario del Portal Norte de la catedral de Chartres. 
En la linea exterior se distinguen los signos de Libra y Escorpio (aquí también bajo la forma de una especie de lagarto con seis patas) mientras en la serie interior de 'trabajos y días' se ven los meses de septiembre (pisando la uva en el lagar), octubre y noviembre (el ideograma representa la recogida de las bellotas, el 'magosto': puede apreciarse un roble reconocible por sus hojas y unos cerdos bajo el mismo) 






[1] Guénon, R. 'Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada'.

[2] Recordemos que la Kaaba donde descansa la Piedra Negra no es sino un cubo, como su propio nombre indica. 

Templo cristiano y astrología (I)


Cada vez son más evidentes los simbolismos astronómicos y astrológicos presentes en las catedrales góticas de toda Europa pero por alguna razón esta realidad sigue siendo sistemáticamente ignorada (cuando no negada como si fuera algo vergonzante) por los cristianos mismos. Este hecho provoca que tanto esos como otros simbolismos y significados presentes en multitud de iglesias románicas y góticas no lleguen nunca a ser analizados como conviene dentro del contexto y la perspectiva tradicional desde la que fueron creados, y queden en manos de los amigos del misterio, el ocultismo y la new age. Así, lo que debería ser símbolo que guíe al espectador hacia la Luz y la Verdad se convierte demasiado a menudo en instrumento idóneo de la ceremonia de confusión y el mercadillo espiritual que nos rodea. 

Sin duda occidente desprecia profundamente su propia historia y Tradición y proclama poco menos que haberse dado nacimiento a sí mismo con su humanismo y su Ilustración. El único mérito que la modernidad parece reconocerle a la Iglesia, si bien a regañadientes, es haber 'conservado' -como si de unos ultracongelados se tratase- el conocimiento de la antigüedad clásica en los monasterios, en medio de una era, la odiosa edad media, de tinieblas y horror. Cada vez que por parte de los cristianos se acepta semejante discurso -repleto de carga ideológica y política: antes el conocimiento estaba preso, ahora es libre y democrático- se reconoce implícitamente la superioridad de la modernidad sobre el mundo tradicional. Difícil oposición puede hacerse al hegemónico discurso modernista si aceptamos acríticamente presupuestos como éste, así como cualquier otra lectura progresista de la historia. En orden a recomponer en lo posible el conocimiento simbólico de la Tradición cristiana europea y a restituirla su dignidad intentaremos modestamente explicar el porqué de algunos de estos simbolismos propios del Templo cristiano, que nunca debieran haberse perdido ni olvidado. En primer lugar de entre todos ellos trataremos del simbolismo astrológico, solar y zodiacal, que contienen las catedrales. 

sábado, 25 de enero de 2014

Las tres Estampas Maestras de Durero: Una trilogía oculta (y 7)


Por último presentamos el siguiente diagrama que sirve como resumen de la hipótesis principal de este trabajo, a fin de exponer en un golpe de vista el lugar exacto que ocupa cada estampa en el camino de progreso espiritual que Durero sintetiza en estas tres imágenes:


Como puede apreciarse, el gráfico resume muy esquemáticamente el camino que suponen los Misterios Menores, desde el lugar más alejado del centro, la línea de la circunferencia exterior, que simboliza el dominio de la manifestación grosera –donde ha de empezar forzosamente el camino de retorno de todo ser- hasta el mismo centro y origen de esa manifestación, imagen del Paraíso primordial.
La posición 1 corresponde a la primera estampa, ‘La melancolía’, que describe el paso del umbral o límite entre el mundo profano y exterior –manifestación formal grosera- y el acceso al mundo intermedio. 
La posición 2 corresponde al lugar que ocupa ‘El caballero…’ que atraviesa precisamente ese mundo intermedio –manifestación formal sutil-. ‘San Jerónimo’ se encuentra en la posición 3, que señala el núcleo o centro del ‘plano de manifestación humano’, habiendo separado sus facultades del mundo exterior y reintegrado sus potencias a su centro primordial retornando así al origen –siempre en este plano de manifestación-. Es fácil apreciar visualmente cómo este punto central es exactamente el que comunica, a través del Axis Mundi, con los estados superiores del Ser así como con el Polo del que procede toda manifestación.[1]
Lo mismo puede aplicarse a las castas. La tercera casta estaría situada en la posición 1, la más exterior, en inevitable contacto directo con el mundo físico que es en rigor el ámbito de acción de dicha casta. La casta segunda, la guerrera, se sitúa en la posición 2, ya más interior que la otra, en los dominios del mundo intermedio. La primera casta, la sacerdotal, se ubica en la posición 3, la más central e interior de todas y por tanto la más alejada de los dominios de la manifestación física o grosera, pero la más cercana por eso mismo a los mundos del espíritu que es de donde emana su acción. Acción que podríamos calificar de invisible pues supone ante todo una influencia, que no deja aparente huella.[2] Dejando a un lado esta función indirecta de la primera casta, podríamos decir que mientras la casta chatria debe ordenar y administrar el orden humano y social, la convivencia, la casta vaishya debe ordenar y administrar el mundo material y posee el dominio sobre él. Una vez más nos encontramos ante una distribución funcional que se organiza en base a la conocida división ternaria clásica del alma[3].
Vistas ahora así en conjunto, las tres estampas pueden ser comparadas con la división ternaria de que consta la Divina Comedia de Dante, pues la muerte iniciática a menudo es asimilada a un descenso a los infiernos y al interior de la Tierra, la etapa intermedia se correspondería con el Purgatorio descrito por Dante, donde se han de quemar las últimas impurezas, y la tercera estampa, con san Jerónimo en su gabinete, correspondería al Cielo de Divina Comedia, donde reinan la armonía y la belleza. Como se comprueba al mostrar este evidente paralelismo entre las Estampas maestras del maestro de Núremberg y la Comedia de Dante, la ascensión espiritual que hemos descrito en tres etapas o peldaños –y que conduce de la oscuridad del infierno y la materia a la luz del cielo y el espíritu-, lejos de ser extraña o ajena al arte europeo, es perfectamente conocida en el mismo y conforme a la tradición[4].
No hay espacio para más, sólo nos resta concluir con cierto asombro que, haciendo gala de su gran genialidad, el maestro Durero deja testimonio cum figura para los hombres del porvenir de la senda iniciática que conduce desde la existencia profana hacia la realización plena de los Misterios Menores, que son precisamente los que se refieren al dominio de la manifestación, sintetizando dicho sendero místico en tres etapas o peldaños, siguiendo y respetando en todo momento la antiquísima tradición simbólica occidental. La transmisión de dicho testimonio es precisamente una de las misiones principales de todo maestro según decíamos al comienzo de estas páginas al referirnos al sentido de la palabra tradición[5]. Se comprende ahora por qué, ante la carencia de una verdadera perspectiva tradicional, el significado y alcance de las Estampas maestras ha pasado desapercibido durante años para los críticos de arte y los especialistas.
No ha sido nuestra intención agotar en estas breves páginas todas las posibles lecturas a que dan lugar estas tres obras maestras del maestro de Núremberg ni explicar pormenorizadamente todos los símbolos que aparecen en ellas; habría aún mucho que decir, sabemos además que tocamos muchos temas transversales (doctrina de las castas, doctrina de los gunas, etc…) que requieren de mayores análisis y profundizaciones y que aún quedan en los tres grabados numerosos símbolos que no hemos mencionado esperando ser explicados. Tan solo hemos querido sugerir, de una parte, la inmensa profundidad de significados que contiene el Arte con mayúsculas cuando, lejos de buscar lo novedoso, respeta los usos tradicionales y se atiene al símbolo entendido como puente y vínculo con una realidad superior; y de otra, las inmensas posibilidades que ofrece una interpretación tradicional del fenómeno artístico, sea cual sea su forma de expresión. Al fin y al cabo es el espíritu quien trata siempre de mostrarse con gemidos inefables[6] a través de toda la creación humana, no solo artística.
Porque en verdad lo original es volver al origen, precisamente ese origen al que Durero nos propone retornar tomando el camino hacia los Misterios Menores que nos muestra en estas tres Estampas maestras.




[1] Este gráfico permite asimismo una presentación en vertical, en tal caso encontramos los tres mundos a que nos referimos anteriormente: la posición 1 se encontraría sobre la Tierra, la posición 2 seguiría estando en el mundo intermedio o Atmósfera y la posición 3 señalaría el Cielo, posiciones y denominaciones que coinciden plenamente con todo lo dicho hasta ahora acerca del significado de las estampas.
[2] Los efectos de dicha ‘acción invisible’ se cumplen en el mundo exterior solo indirectamente. La huella que deja el hombre moderno a su paso es también un interesante tema de reflexión acerca del ciclo humano y su momento actual, reflexión que dejaremos para mejor ocasión.
[3] Basada, no lo olvidemos, en la naturaleza propia de las cosas (el swadharma) y no en alguna convención humana.
[4] Guénon, R. El esoterismo de Dante. Ed. Paidós. Barcelona, 2005.
[5] Ver nota 2.
[6] Rm. 8, 26.